TOLUCA, Estado de México.- Dejar el silencio para dar paso al mundo sonoro y escuchar la voz de los padres por primera vez, reconocer el sonido de la lluvia que cae al suelo o el canto de las aves, será realidad para niñas y niños con sordera severa o profunda, gracias a la donación de sistemas de implantes cocleares que impulsa el Gobierno de la Maestra Delfina Gómez Álvarez, a través del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de México (DIFEM).
La dependencia a cargo de Karina Labastida Sotelo, Directora General inició el proceso de valoración de cuatro niños de entre nueve meses a cinco años, ya que en este rango de edad se garantiza un mayor éxito para que la audición permita la adquisición del lenguaje oral.
Jorge Juan Villa Martínez, Director de Centros Estatales de Rehabilitación informó que se prevé colocar, en un oído de cada paciente, el sistema de implante coclear; adelantó que se calcula que este año, 20 niñas y niños residentes del Estado de México reciban esta tecnología, quienes serán seleccionados con base en las peticiones realizadas al DIF mexiquense.
Precisó que, tras la cirugía para la colocación del implante, éste se activará de forma gradual y se iniciará un proceso de rehabilitación que permitirá el desarrollo progresivo de la comunicación oral.
Villa Martínez afirmó que con ello se mejorará la calidad de vida de los beneficiarios, al prevenir una discapacidad en torno al habla y favorecer la inclusión familiar, educativa y social, gracias al Programa de Atención a Grupos Prioritarios, en su vertiente de Atención a Personas con Discapacidad, del que se desprende la donación del sistema de implante coclear.
Quienes presentan pérdida auditiva severa no pueden oír el habla a nivel conversacional y para las personas con pérdida auditiva profunda, los sonidos fuertes se perciben principalmente como vibraciones.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la pérdida de audición no atendida afecta aspectos de la vida de la persona: comunicación y habla, cognición, aislamiento social, soledad y estigma; tiene consecuencias en la sociedad y la economía, provoca años perdidos por discapacidad; además, en los países en desarrollo, los niños con pérdida de audición y sordera rara vez son escolarizados.